Capítulo 1 ~No sabes si el mañana será peor que el presente~
Aquella mañana se respiraba un ambiente caldeado. El día anterior dos de las parejas más sonadas del Estrella acabaron para lo que parecía, un para siempre. Además, Ainhoa y Ulises no daban señales de vida y Ricardo estaba muy preocupado. No paraba de pensar que cada día que pasaba sabía aún menos del paradero de su hija.
- Buenos días- dijo Julián entrando en la cocina.
Ricardo se giró y descubrió en él unas pronunciadas ojeras bajo unos ojos llorosos.
- ¿Estás bien?
- Me he curado del cáncer y a cambio pierdo a Salomé- se dejó caer en una silla y ocultó su rostro entre las manos- preferiría mil veces morirme dentro de un mes a tener que vivir mucho más tiempo sin poder mirarla a los ojos y decirle que la quiero.
- Sinceramente, creo que Salomé te perdonará. Quizás no hoy, pero sí algún día. Mientras, cuentas con todo mi apoyo- se levantó y se acercó a su amigo- Julián, esto es sólo un bache, ya verás como se soluciona.
Se abrazaron dándose palmaditas en la espalda y Julián se secó una diminuta lágrima que resbalaba por su mejilla.
- ¿Y tú con la Wilson qué?
Ricardo sonrió al recordar a la mujer de la que estaba completamente enamorado, aquella con la que soñaba cada noche y por la que cada día, luchaba por mantenerse en pie.
- Bien, pero no sé lo que me pasa. En vez de lanzarme me retengo, como si tuviera vergüenza.
- ¿Y de qué vas a tener vergüenza? Vamos, ni que fueras nuevo en esto, copón. ¿Cuantas veces te lo tengo que repetir? Que vayas y las morrees. No sabes si mañana vas a seguir teniéndola entre tus brazos.
Aquella última frase despertó al capitán y sin decir nada más que “gracias” salió disparado hacia el pasillo de los camarotes. Tocó varias veces la puerta del de Julia pero nadie contestó. Bajó la cabeza, decepcionado, no solo porque ella no estaba allí sino porque el discurso que se había preparado mientras se dirigía hacia su camarote se había desvanecido.
- ¿Me permite?- le susurró una voz dulce.
Al darse la vuelta se encontró con la doctora envuelta en una toalla y con el pelo mojado.
- Claro, - contestó apartándose- doctora, he venido a decirle algo.
- Pasa- dijo ella abriendo la puerta.
Ricardo entró y se sentó en los pies de la cama. La contempló durante unos segundos y ella hizo lo mismo con él. Al final, los dos comenzaron a reír tímidamente.
- ¿Qué somos?- se atrevió a preguntar el capitán.
Julia arqueó una ceja y se sentó a su lado, aún con la toalla cubriéndole el cuerpo desnudo.
- Me gustaría decir que una pareja, pero no sé si pensará lo mismo.
- Viendo que todavía seguimos hablándonos de usted...- se encogió de hombros.
-Entonces si nos tuteáramos, ¿seríamos algo más?- preguntó desesperada.
Ricardo cogió delicadamente la mano de ella y la atrajo hasta su pecho.
- ¿Notas cómo me late el corazón?
Julia notó como los latidos martilleaban rápidamente en su pecho y se estremeció durante un instante. Luego miró hacia sus ojos azulados y se perdió en ellos.
-Cada vez que te veo, que nuestras miradas se cruzan, cada vez que sonreís o me hablas, cuando pienso en ti y siento que estás cerca, esto es lo que ocurre.- y apretó su mano contra el pecho- Julia, puede que a veces sea demasiado tímido y que me cuesten ciertas cosas, pero te quiero. Y no quiero perder ni un segundo más sin ti a mi lado, quiero que estemos juntos, de verdad.
-¿Y a qué esperas?- preguntó ella cogiéndole la cara con ambas manos.
Ricardo se acercó a Julia hasta que apenas quedaban unos milímetros de distancia entre sus labios, entonces sin pensárselo dos veces más, la besó tiernamente mientras el corazón se le aceleraba más a cada roce de sus lenguas. Y aquel besó significó el comienzo de algo maravilloso.
* * *
En el camarote 31, Piti recogía sus cosas y las metía en una maleta para llevárselas a lo que antaño fue su antiguo camarote. Le daba pena decir adiós a aquel hogar que él mismo había construido pero le importaba más que Vilma viviera a gusto y aquello solo podría conseguirlo marchándose.
- ¿Te vas?- preguntó ella, la cuál llevaba más de cinco minutos parada en la puerta analizando lo que hacía.
- Sí, es lo mejor- contestó cerrando lo ojos con dolor; no podía escuchar su voz sin que le temblaran las piernas y pensara que era un idiota por haberla perdido.
- ¿Por qué?- se puso delante de él y se cruzó de brazos.
- Porque ya no pinto nada aquí- dirigió su mirada hacia la cuna.
Vilma frunció el ceño y le agarró la mano.
- Yo no he dicho que no vayas a ser el padre.
Piti se zafó de su mano, cogió la maleta y se fue sin decirle nada. Vilma interpretó aquello como que no quería serlo y la dejó desolada, son lágrimas aflorando en las comisuras de sus ojos.
* * *
El comedor comenzó a llenarse poco a poco. Los tripulantes se distribuyeron por las mesas mientras Salomé dejaba cuencos llenos de sopa en cada mesa. Piti fue uno de los primeros en llegar. Vio como Sol, que ya estaba sentada. Le hacía señas para que fuera hacia su mesa. Mientras se dirigía hacia ella, Palomares bajó de cubierta y se sentó en la mesa opuesta a la de su amigo.
-He cortado con Vilma- anunció Piti mirando a Palomares, quién se extrañó.
-Hiciste bien- le susurró Sol guiñándole un ojo.
Justo en ese momento apareció Vilma y miró a ambos lados del comedor. Al final se decantó por sentarse al lado de Palomares.
-¿Por qué no vas con Piti?- le preguntó el cura,
-Porque no me gusta Sol, y además, Piti y yo ya no estamos juntos.
Estela, que llegaba acompañada por Ramiro, abrazó a su amiga al escuchar aquello y le ofreció su apoyo en todo.
La comida transcurrió con miradas por parte de Piti hacia la mesa de Vilma. Pero esta no miró ni una sola vez hacia él, aunque tampoco miraba a Palomares, ni siquiera compartía sus opiniones acerca de lo que estaban hablando. Se encontraba sumergida en sus pensamientos acerca de los dos chicos a los que había perdido, pensando en lo que sentía e intentando aclarar el lio que se había formado en su interior.
Ricardo llegó al comedor agarrando la mano de Julia, quién no paraba de sonreír al encontrarse oficialmente como pareja del hombre al que amaba con todas sus fuerzas. De la Cuadra dirigió su mirada hacia ellos y sonrió al ver que su relación iba a mejor.
La pareja se sentó en la mesa del capitán y del primer oficial y entre risas se sirvieron la sopa.
-Papa, ¿por qué estás tan contento hoy?- le preguntó Valeria sentándose al lado de Julia.
Ricardo le dirigió una breve mirada a su ahora novia y ella asintió.
-Es que Julia y yo...- Valeria no le dejó terminar la frase ya que corriendo abrazó a su padre y seguidamente a su nueva mamá.
-Que bien estamos hoy, ¿no? Si ya casi parecéis una familia- decía Salomé mientras transportaba el postre- luego hablo contigo, doctora- le guiñó un ojo y fue hacia la mesa donde estaban Piti y Sol.
- Tiene razón- Julián señaló a Salomé- vistos así sois una familia. Créeme Ricardo que no me gusta otra cosa que verte feliz, y la Wilson está consiguiendo arrancarte esa sonrisa que tenías perdida desde hace ya tiempo- le susurró.
Ricardo fue a contestarle algo favorable a lo que acababa de decir pero se vio interrumpido por un mensaje inesperado para todos, incluso para Julia y Gamboa.
- Ca..ca...capitán, hay un hom...hombre que qui..quiere hablar con,con usted- dijo Burbuja alzando el teléfono de larga distancia- es impor..portante.
La poca felicidad que se respiraba aquel día en el barco se vería afectada por aquel hombre que quería hablar con Ricardo porque no traía buenas noticias para la tripulación, concretamente para un miembro de ésta.
Capitulo 2 ~La amenaza es inminente ~
Ricardo, seguido de Julia, entró en el Puente de Mando con el teléfono en la mano.
-Ricardo, antes de contestar, ten presente que seguro que son los del Proyecto- hizo una pausa y tragó saliva con dificultad- nos van a pedir cuentas por haberles engañado.
-Tranquila, saldremos de todo lo que nos quieran echar encima, leches- dijo Julián entrando después de Gamboa.
-Ya estamos todos-dijo el colombiano-conteste, capitán.
-Un momento. Si son ellos, no pienso cogerlo.
Hubo un silencio excesivo entre los cuatro, un silencio que poco a poco se volvió demasiado inquietante.
-Capitán, ¡¿me recibe?!- la voz salió del teléfono.
Ricardo miró a Julia y ésta observó extrañada la reacción de Gamboa, que al igual que ella no reconocía el acento del hombre que estaba al otro lado del aparato.
-Al habla el capitán Ricardo Montero, dígame.
-Menos mal. Antes de nada quiero pasarle con alguien.
Durante al menos dos minutos no hubo respuesta del hombre misterioso. Julián estaba empezando a impacientarse y Julia no paraba de pensar en quién podría ser. Ricardo, por su parte, miraba desconfiado a Gamboa, quién no apartaba la vista del teléfono.
-¿Qué pasa, papá?-la voz de Ulises sobresaltó a los cuatro marineros, y De la Cuadra sonrió al recodar a su hijo.
-¡Ulises!-Julián cogió el teléfono con entusiasmo-¿Cómo estás, hijo?¿Y se puede saber por qué desapareces?
-Estamos bien-ahora era Ainhoa la que hablaba-pero no por mucho tiempo.Vienen a por nosotros-sentenció.
Ricardo le arrancó el teléfono a Julián y pronunció lo siguiente con furia:
-Volved al barco ahora mismo, Ainhoa-ordenó apretando la mandíbula.
-Nada nos gustaría más, pero vamos a internar frenarlos.
-¿Frenarlos?-preguntó Gamboa.
-Le habla el primer oficial, Eric. Usted no me conoce pero tengo órdenes claras de ir a por su tripulación. El Proyecto está muy decepcionado con usted y quieren tomar represalias. Al haberme negado a cumplir con lo que dicen, van a venir por mi. Intentaremos daros tiempo para que podáis prepararos para lo que se avecina, pero le aviso que no disponen de mucho tiempo.
La expresión de la doctora fue transformándose a medida que el oficial del barco ruso relataba los acontecimientos. Al escuchar que no tenían tiempo, se desplomó rendida al suelo, incando las rodillas en el mismo. Sabía que el haber borrado la información de la caja negra iba a traer consecuencias negativas, pero por primera ves se dio cuenta de lo nefasta que era la situación. Ahora los del Proyecto tenían muchas más razones para prescindir de sus servicios. Ya no tenía a lo que aferrarse para que no le hicieran nada. Iban a ir a por ella, por que al fin y al cabo, ella era la que había provocado esa situación. Y ella era la que se estaba quedando sin tiempo. Cada segundo que transcurría era tiempo restado al lado de aquel hombre que tanto quería y de aquellas personas que se habían ido convirtiendo en su familia.
-Papá, no te preocupes por nosotros. Estaremos bien-fue lo último que Ulises dijo antes de que la comunicación se cortara.
-¿Qué vamos a hacer? Porque por mucho que lo intenten no van a poder hacer nada contra ellos-dijo Ricardo pegando un puñetazo en la mesa.
-Te diré lo que vamos a hacer- Julián se plantó delante del capitán- vamos a buscar ese maldito barco donde están mi hijo y tu hija y los vamos a rescatar. No pienso poner la vida de Ulises en peligro.
-¿Te crees que no quiero ir a por mi hija?Te recuerdo que aquí somos más de cuarenta tripulantes y quiera o no la vida del pasaje tiene más importancia.
Ricardo y Julián se pusieron a discutir sobre quienes eran los más importantes, si todos los que iban a bordo del Estrella o sus hijos. Julia seguía de rodillas en el suelo, con la mirada perdida en algún punto. No pensaba en la vida de nadie, sólo pensaba que apenas le quedaban unos días porque tenía claro que los del Proyecto iban a llegar al barco antes o después.
-¡Basta!-gritó Gamboa callando a los dos marineros- no tenemos tiempo de discutir ni de ir buscando barcos que no sabemos donde están. Yo no sé lo que van a hacer Ainhoa y Ulises pero seguro que ellos no se han puesto a discutir sabiendo que lo mismo mañana ni siquiera puedan hablarse- hizo una pasa y cogió aire ya que había pronunciado todas esas palabras muy rápido- lo que debemos hacer es preparar a la tripulación para cuando lleguen. Tienen que aprender a defenderse y a sobrevivir. No vale quedarse peleando como bobos mientras nos están persiguiendo.
-¿Estás diciendo que les plantemos cara?-preguntó Ricardo sorprendido.
-Sí. Estoy diciendo que no nos rindamos, que luchemos contra ellos. Quizás tengamos alguna posibilidad. Yo me encargaré de instruir a los chicos en el arte de la guerra y ustedes mientras deben intentar contactar con ellos.
De la Cuadra asintió satisfecho mientras pensaba que su hijo hallaría la forma de salir del barco ruso si la cosa se ponía fea. Ricardo quiso contrastar aquella idea que había tenido Gamboa con Julia pero se dio cuenta de que estaba en el suelo.
-Julia,¿estás bien?
-Debes prepararte para lo peor, Ricardo. No sabes lo que pueden llegar a hacerm...A hacer a la tripulación.- Julia decidió no contarle su pensamiento de que iban a por ella para no preocuparle más.
Ricardo le tendió el brazo para que se levantará, pero Julia lo rechazó y se levantó por si misma. Miró a sus compañeros y asintió al plan de Gamboa.
Quizás, si a Gamboa le daba tiempo suficiente para enseñar a pelear a la mayoría de la gente del barco, si se organizaban de manera perfecta para defender un posible ataque y si la suerte les acompañaba, podrían ganar la guerra que estaba apunto de acontecerles.
-A partir de este preciso momento quedan suspendidas todas las actividades en el Estrella Polar. El tiempo que queda antes de que vengan lo emplearemos para prepararnos. Vayan todos a prepararse- ordenó Ricardo- me encargaré personalmente de transmitir lo sucedido a todo el mundo.
-Te acompaño- dijo Julia intentando mantener el pulso; no podía parar de temblar.
Cuando los cuatro se disponían a llevar a cabo su parte del plan, un Palomares muy preocupado apareció por la puerta. Su cara estaba completamente pálida.
-Doctora, algo le pasa a Vilma- dijo casi sin poder pronunciar el nombre de la chica.
Capítulo 3 ~Síndrome de Hughes~
Cuando Julia llegó al comedor encontró a toda la tripulación formando un corrillo alrededor de lo que parecía una persona. Buscó con la mirada a Vilma y al no encontrarla comprendió que era la que estaba en el suelo.
-Apártense-ordenó empujando a algunos chicos.
La gente le abrió paso y como esperaba se encontró a una Vilma inconsciente en el suelo.
-¿Qué ha pasado?-preguntó Ricardo.
-Antes de subir a decirles que le pasaba algo, me ha dicho que se encontraba mal. Creo que tenía un fuerte dolor de cabeza...
-Tiene la piel muy fría-dijo la doctora cortando a Palomares-¡rápido, a enfermería!
Palomares cogió con delicadeza el cuerpo helado de Vilma y se dirigió a enfermería casi corriendo. Algunos curiosos le siguieron pero Ricardo los detuvo cuando intentaron colarse en la estancia.
Durante diez minutos ninguno de los presentes en la enfermería dijo nada. Julia se encontraba haciéndole un rápido examen a Vilma mientras Palomares, Ricardo y Gamboa, que también había decidido acompañarles, miraban atentamente cada movimiento de la doctora.
-Necesito un análisis de sangre-dijo cogiendo los instrumentos necesarios- cuando tenga los resultados, os avisaré.
-¿Qué le pasa, Julia?-preguntó Palomares apunto de subirse por la paredes a causa de la desesperación.
-Aún no estoy segura. Pero no perdáis más el tiempo aquí- miró a los tres hombres- Ricardo, tienes que decirle a todo el mundo qué ocurre.
-Julia tiene razón. Gamboa, Palomares vengan conmigo.
Los tres salieron de allí y la doctora continuó haciendo su trabajo.
* * *
Ricardo contaba todo lo que sabía sobre el Proyecto y lo que Eric, el oficial del barco ruso, le había avisado acerca de la gente que componían el mismo. La tripulación escuchaba atentamente cada palabra que salía por la boca del capitán. Algunos apretaban los puños con fuerza, queriendo pelear de una vez, y otros estaban al borde del llanto, pues sabían que su vida corría peligro.
-Gamboa les enseñará todo lo necesario para que no le ocurra nada a nadie. Lo único que pido es colaboración. Sé que en los últimos meses nada ha sido fácil, pero si hemos sobrevivido a tanto, no merecemos perder ni una sola vida ahora.
La mayoría asentía con la cabeza mientras se miraban entre sí. Eran una familia y no iban a permitir que nadie rompiese un solo vínculo entre ellos.
-Dicho todo esto, si me disculpa, capitán, creo que la clase ahora es mía- dijo elevando el tono de voz para que el murmullo que se había creado se disipase.
Ricardo llamó a todos aquellos que no eran alumnos para que le acompañasen ya que para ellos había otra parte del plan preparada; hacer que los motores y el funcionamiento del barco estuvieran perfectos para cuando los necesitaran.
Los alumnos del Estrella se mantuvieron en silencio mientras Gamboa los inspeccionaba uno a uno.
-Pónganse en fila- ordenó y todos le hicieron caso.
Fue apartando a algunos y al resto los mandó al final del comedor. Se dirigió a los que había apartado y en total contó que eran cinco.
-Ustedes-los señaló- van a capitanear los cinco grupos que voy a formar. Ramiro, tú vas a encargarte de la fabricación de armas. Palomares tu liderarás el primer grupo de lucha y...
-¡No pienso hacerlo!-exclamó- y no lo digo por volver a ser cura. No pienso luchar mientras Vilma esté en enfermería.
-¿Cómo?-preguntó Gamboa mirándole de forma aterrorizadora.
-Ya lo ha oído, yo no voy a participar.
Gamboa se acercó hasta el muchacho y cuando estuvo lo suficientemente cerca le propinó tal bofetada que ninguno de los presentes en la sala volvió a pensar en abortar la misión.
-Escúcheme, si no sabe luchar, cuando llegue el momento no podrá defendela. Deje que Julia haga lo oportuno y preocúpese por ser de utilidad- hizo una pausa y esperó hasta que el agredido le mirase-si vuelve a negarse a una orden como esta me ocuparé de que no vuelva a hacerlo.
Palomares se dio cuenta que en el fondo tenía razón. Luchar por Vilma era algo que haría sin pensarlo dos veces.
-Está bien. Lo haré pero no vuelva a pegarme.
Gamboa no le dio mucha importancia al tono amenazador que había empleado en las últimas palabras y siguió organizando los grupos.
Julia se echó las manos a la cabeza cuando tuvo los resultados del análisis de sangre. Inmediatamente corrió a hacerle una ecografía al bebé de Vilma, pero, por suerte, todo parecía estar bien. Cogió el walkie y dijo:
-Ricardo, baja lo más rápido posible.
Cuando el capitán del barco llegó a la enfermería, se encontró con que Vilma estaba tapada con un manta y con Julia observando unos papeles.
-¿Que ocurre, Julia?
La doctora le tendió los papeles a Ricardo y aguardó a que éste los ojeara, aunque sabía que no iba a comprender nada.
-Ha desarrollado el Síndrome de Hughes-Ricardo siguió sin entender nada-es una enfermedad causado por la presencia de anticuerpos antifosfolípidos en su torrente sanguíneo. Los anticuerpos incrementan la actividad de su sistema inmune, provocando que su sangre se coagule más rápidamente- hizo una breve pausa para que Ricardo pudiera asimilar toda la información- tiene diversas complicaciones que van desde una jaqueca hasta ataques cardíacos.
-¿Y qué vamos a hacer?
Julia ignoró esa pregunta de momento y continuó diciendo el diagnostico.
-A Vilma se le están formando coágulos en las arterias y la sangre no llega bien a los órganos vitales, de ahí que se desmayase. Pero no solo es esto... la sangre quizás no sea capaz de trasladarse hasta las venas ubicadas en la placenta y esto podría provocar la formación de coágulos en ella, los cuales evitarían que el bebé pudiera alimentarse adecuadamente para poder crecer y desarrollarse normalmente.
La doctora miró a Vilma durante unos instantes y luego se acercó al capitán.
-Voy a administrarle aspirinas para evitar que se desarrollen más coágulos sanguíneos, pero no se si va a ser suficiente. Si en unas horas no presenta mejoría me veré obligada a usar heparina para diluir la sangre, pero esto último no puedo utilizarlo durante mucho tiempo.
Ricardo abrazó a Julia al ver que no se encontraba bien. Tenía miedo de perder a Vilma, de que en unas horas los del Proyecto llegaran, tenía miedo por todo lo que estaba sucediendo. Pero en los brazos de Ricardo todo parecía ser mejor y por un momento sintió que era invulnerable.
* * *
Sol y Piti llegaron al comedor cuando los grupos ya estaban hechos. Éste último no se había enterado de que Vilma estaba en enfermería y por eso llevaba consigo una sonrisa enorme.
-¿Que se cuece por aquí?-preguntó sin tener evidencias de nada.
Palomares y el resto de los presentes le fulminaron con la mirada al tiempo que Gamboa los mandaba al grupo de Ramiro.
Poco a poco todos fueron abandonando el comedor, mentalizándose de que nada iba a ser igual a partir de ese momento. No podrían salir a cubierta a despejarse un poco, ni podrían sentarse tranquilamente a leer un libro o a descansar. No podrían comer sin tener un objeto punzante al lado por se acaso eran sorprendidos. No iban a ser personas, iban a ser soldados, tal como había dicho Gamboa.
Piti seguía preguntándose como habían llegado a esa situación y aún no sabía nada acerca de Vilma.
-¿Pero cómo vamos a poder contra ellos? Si seguro que tienen muchas más armas y recursos que nosotros. Espera...-justo en ese instante pensó una cosa que se le había pasado por alto hasta ese momento- Vilma no irá a luchar, ¿no?
Palomares harto de él, decidió contarle lo que había sucedido haciéndole daño con cada palabra que pronunciaba.
-Si no te hubieras ido a tontear con Sol, sabrías que Vilma está en enfermería.
-¿Qué?-preguntó casi gritando y salió por la puerta omitiendo la parte de estar tonteando con Sol.
Corrió por los pasillos del Estrella como si le fuera la vida en ello. Mientras obligaba a sus músculos a que fuera más rápido, pensaba lo peor. No sabía por qué estaba en enfermería pero todo aquello que jamás pensaba que podría sucederle a ella pasó por su mente; desde que se había hecho daño por haberla abandonado hasta por algo relacionado con el bebé. Su bebé, su hija.
Llegó hasta su destino y sin pararse a llamar a la puerta entró y corrió hacia Vilma. Las lágrimas no tardaron en resbalar por sus mejillas cuando se arrodilló frente a la camilla y le agarró la fría mano con fuerza. Se culpó a si mismo por no haber estado en todo momento a su lado. Quería decirle que la quería y que ahora mismo se estaba muriendo por ella porque no soportaba la idea de perderla.
-Tranquilo- dijo el capitán- se va a poner bien.
Julia trató de explicarle que le sucedía y aunque mas bien entendió poco, se dio cuenta de que iba a salir de aquella, y sobretodo, de que le importaba más de lo que hubiera pensado nunca.
-No pienso separarme de su lado, doctora.
Ricardo y Julia se miraron pensando en que era buena idea que Vilma tuviese a un acompañante nocturno por se acaso.
-Podrás quedarte, pero tendrás que turnarte con alguien más-dijo el capitán.
Piti asintió satisfecho con la decisión de Ricardo y apoyó su cabeza sobre el brazo de Vilma.
-Te quiero-le susurró.
* * *
En aquel día las sensaciones de cada tripulante fueron distintas a media que las horas transcurrieron. La preocupación, el miedo, la inseguridad y el afecto que sentían unos por otros, acabó propagándose por cada pared, por cada rincón, por cada corazón.
La noche despidió la felicidad y tranquilidad que había antes de aquel fatídico día.
Salomé quería sentirse protegida, quería estar junto a Julián y olvidarse de todo. Piti quería que Vilma se recuperara de su mal. Palomares pensaba en la posibilidad de perder a la chica a la que quería y no iba a permitir que aquello sucediera. Estela quería tener un hombro dónde apoyarse. Gamboa sonreía al saber que iba a encontrarse con gente a la que quería dar su merecido. Y finalmente, Julia abrazó aquella noche a Ricardo de una forma especial. En aquel abrazo iban mil sentimientos y cientas de sensaciones. Fue un abrazo que significó que el fin había comenzado. Un fin del que nada estaba asegurado, un futuro muy cercano al que no estaban preparados.
El destino decidiría hacia que lado se inclinaría la balanza, si hacia la victoria o hacia la derrota.